Huir hacia una selva enmarañada.
Donde un enjambre de millones de celdas
muestra su simetría vertiginosa.
Huir hacia el desierto
que se abre ante los ojos del sediento
mostrando sus espejismos acuosos.
Huir de los hilos tejidos
de los que pendemos
como insignificantes insectos
que serán devorados por el gran monstruo.
Huir desde una enmarañada selva hasta el hilo del vértigo que corta Átropos.
Del poemario Cuaderno de la huida de
Salvador Moreno Valencia
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