Ajeno a todo, revisaba el correo en su computadora, leía un mensaje premonitorio “el fin se acerca”.
Sumido como estaba en su lectura, no se percató de lo que estaba pasando, hasta que una fuerte luz violó su ventana. Entonces sintió algo tras de sí, y una vez recuperado del susto… comenzó a comprender.
“Hemos venido en son de paz. Solo queremos recuperar lo nuestro”, le había parecido entender.
El desalojo fue pasivo, pero inexorable. No estábamos de acuerdo, pero ellos impusieron su orden implacable.
Y fuimos expulsados. Pero no sin antes comprobar que nuestro creador no era como decían. No poseía grandes barbas. No era solo uno. Eran cientos sin color, sin cabezas.
Mary Cruz Paniagua (República Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 119
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