miércoles, 23 de mayo de 2012
SU ROSTRO
Me enamoré de él en un instante. La armonía de su rostro me cautivó y ya no quise más que dibujarle. El lápiz, en mi mano, se movía prácticamente solo. Mis ojos, abiertos al máximo, lloraban por la ausencia del parpadeo. Al acabar contemplé horrorizada el rostro de aquel a quien amaba: una cara descompuesta, seca, arrugada, vieja, fea. Corrí a buscarle, la imagen que adoraba era imposible de rescatar en mi memoria. Anhelaba encontrarle, observarle, tocarle y explicarle lo que había dibujado.Llegué a su casa, abrió la puerta. Suspiré al ver la perfección de su rostro y le abracé en la entrada de la casa. Sonreí, me gustaba abrazarle. Abrí los ojos y miré al espejo que nos reflejaba. Me jacté de que mi alegría se exteriorizara, pero al mirarle quedé horrorizada. Su cara, en el espejo, era idéntica a la que había pintado aquella tarde.
Publicado por MARÍA JOSÉ BERBEIRA RUBIO -Casteldefell- en su blog dondehabiteelolvido-Airama
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