En homenaje.
Sandri: roja y verde fruta de oro
-de fuego ardoroso del campo andaluz-
son las rosas de tus labios niños
como una manzana brillante de luz.
Espiga pequeña de ojos ingenuos,
en los que vislumbro la llama caliente
de tu sangre joven, rubia y cortijera
crecida entre hazas y olivos que sienten.
No es tu cara bonita ni azul;
mas a veces he visto en tu cuerpo
extraña belleza de potro curioso
que arrebata el alma con deseo de besos.
La tarde pasada, las notas del "buang"
hicieron que tú, sola, en la azotea,
girases el cuerpo... Fue sólo un instante...
De seguida huiste, cerrando la puerta.
No sabes chiquilla, que el aire zafir,
sensual, ardiente, besé yo por ti.
MANUEL CHACÓN C.
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