Hércules cruzó el río con su furia evaporando literalmente el agua sobre su cuerpo. Sin mirar a Deyanira, extrajo la flecha del cuerpo agonizante del centauro Neso. Éste pudo haber puesto en marcha el primer plan para su venganza, pero decidió cambiarlo. Su sangre era demasiado pura para bañar el cuerpo de un simple ser antropomorfo. Sus palabras finales siguieron de cerca la sangre que fluía de su boca:
—Hércules —le dijo—, ya sé que la sibila délfica te ordenó realizar otro trabajo, el número trece, para expiar la matanza de tus propios hijos y el dolor que le provocaste a Mégara. El rey Euristeo no pudo haberte encomendado una misión más difícil, pues ni los dioses del Olimpo comprenden el enigma de esta nueva criatura, que desde la oscuridad de los bosques asola las comarcas de toda Grecia bajo la mirada de Hécate. Una criatura que no es un híbrido fijo como las sirenas o nosotros los centauros... sino que navega entre el mundo humano y el del animal. He aquí este espejo. La próxima vez que Hécate arroje su redonda mirada sobre la tierra, contémplalo bajo su pálida luz... pues sobre su pulido cristal se reflejará la identidad de la misteriosa criatura.
Desde que la diosa luna se alzó en el cenit ataviada de una perfecta redondez, Hércules desveló el espejo ante su luz. Pues quería completar ese maldito trabajo al cual le había dedicado hasta ahora más tiempo que a ningún otro, sin resultado alguno. Ni el León de Nemea o la Hidra del lago de Lerna, le resultaron difíciles. Pero esta maldita criatura...
Hércules palideció cuando vio lo que le mostraba el espejo. Mientras cada átomo de su cuerpo era una anarquía de electrones, protones y neutrones, se iba transformando en
un horrendo lobo antropomorfo. Sí, ya había sentido antes esta sensación, pero sólo la magia de este espejo pudo mostrarle la causa. Un furioso aullido y un certero zarpazo silenció el grito que Deyanira estuvo a punto de proferir. Cuenta la leyenda que esa noche, luego de la matanza, se vio a un hombre lobo encender una pira... y arrojarse a ella. De esa forma, Hércules completó con éxito su trabajo número trece.
Odilius Vlak –seud.- (Republica Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 117
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