Borra la noche la última sonrisa
desprendida del rostro del ocaso;
llega oscuro el silencio paso a paso,
forastero del brazo de la brisa.
Y vienes tú, en diafanidad, sin prisa,
con fervor enemigo del fracaso,
ofreciéndote entera, fresco vaso
para la sed, canción que se improvisa.
Y me envuelves, me acunas, y me anegas,
y aunque no me resisto, me doblegas,
y aunque no lo requieres, me abandono.
Mano de luna, beso de bengala,
muslos de incendio en que el amor se instala...
Yo, sediento y sensual, ya no razono.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
No hay comentarios:
Publicar un comentario