lunes, 7 de mayo de 2012
BAJO LA SOMBRA
Pere se levantó eufórico. Habían acabado las clases y tenía el verano por delante. Hacía un calor insoportable, pero no era impedimento para que la fuerza de su juventud le empujara a disfrutar. Era Gavanenc y le encantaba ir con sus amigos hasta la playa corriendo o caminando. Por suerte, esa mañana era domingo y el camino lo hacían en el carro del abuelo. En la playa, corrían hasta el mar, se bañaban y disfrutaban de una brisa maravillosa. A la hora de almorzar, su abuelo les enseñaba cosas tales como aprovechar la sombra del pinar para cocinar y luego disfrutar de una agradable siesta. Cuando despertaban, todavía tumbados escuchaban las aventuras que su abuelo contaba. El abuelo disfrutaba con ello y ellos también. De todas estas historias, la preferida de Pere era la del lunes de Pascua. El abuelo había subido con sus padres a celebrar el Aplec de Bruguers. Como cada año, subieron andando hasta la ermita. Una vez allí, bailaban sardanas y organizaban el almuerzo. A Pere le gustaba esta historia porque allí se habían conocido su abuela Montserrat y su abuelo Joan.
Otra de sus historias preferidas era aquella en la que el abuelo tuvo que volver a casa completamente desnudo desde El Parthenon. Contaba que estando con unos amigos hablando de sus cosas, de una filosofía de vida o algo así, unos jóvenes afines a la Falange, los asaltaron y les quemaron sus ropas. El abuelo decía que esa fue la primera vez que Montserrat lo había visto desnudo y que debió de gustarle mucho porque a los pocos meses se casaron completamente enamorados. La boda se celebró en El Parthenon, a finales de 1934. Fue la primera vez que en España se celebraba una boda naturo-desnudista. Hubo muchísimos invitados y la noticia salió en una revista llama Crónica o algo así. Lástima que esto se acabara, piensa Pere tumbado a la sombra de los pinos, porque hoy con tanta calor mejor les valdría a todos ir desnudos. De pronto se levantó, se quitó el bañador y fue corriendo hacia el mar. Sintió la brisa en su piel y la mirada de su abuelo desde la arena. Se sentía feliz y sabía que su abuelo estaría sonriendo y mirando al cielo.
Publicado por MARÍA JOSÉ BERBEIRA RUBIO -Casteldefell-
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