jueves, 24 de mayo de 2012

AÑICOS

Pasas las mañanas recolocando los añicos de ti misma.
Haces inventario de tu vida y solo crees ser chatarra,
un mueble viejo y sobrecargado.
Hierros torcidos en un terraplén.
Trozos de madera en el gris de la calima.

Y dices que lo que mejor supiste hacer
fue mirarte el rostro
en las manos del amanecer.
Ser una diosa para los de las miradas miopes
y los dedos como garrotes viles.

Cuando estudiantes pisoteabas las pizarras
con pie de hierro y facilidad.
Y aunque no lo supieras, las uñas de tus manos
tenían tierra de siglos.

Pero sabes recomponer cada capítulo de tu vida.
Pegoteas con saliva y sal las miles de heridas
curadas día a día.

Tus labios no eran comisuras nada más.
Pasaste la vida dándote cabezazos contra la ignorancia
mientras ibas recuperando los añicos de ti misma.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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