(Enero 2007)
Apoyo mi oído en la tierra y la escucho llorar.
Un llanto que se ahoga en sus capas geológicas y
despierta furiosa en el estallido de un volcán.
Se oyen ecos de advertencia en los vientos huracanados,
que silban maldiciones de mitologías dormidas.
Estallan los relámpagos en flashes intermitentes,
precediendo el rugido de los truenos, como fuegos de artificio.
El lamento de los árboles me dicen que están hartos,
de vos, de mi, de lo humano.
Se apaga lentamente el canto de los pájaros.
Tejo rápidamente una excusa y no hallo hilo.
Busco a Dios y miro el cielo, descubro sus ojos estrellados
Y una mirada nocturna abandonica y cansada.
Las aguas se enredan ; desbordan su furia;
se tragan la existencia si piedad, mientras la luna
nos mira, ausente de envidia y llena de pena.
SILVIA GEROMÍN -Argentina-
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