De entre peñascos, las cabezas
asoman cornamentas como tojos,
bravos pinchos de secano abrupto
mecidos por el viento a su antojo.
Lentamente,
cuidadosas negras sombras
bajan la ladera como nubes,
obedientes a la voz que grita,
¡EH…O! ¡EH..O!
Cual estrellas en la noche
van saliendo ojos temerosos,
olfatean recelando un movimiento
impulsados por instintos poderosos.
Tenso el mayoral espera inerte
la manada precedida del gran toro
se contemplan un instante con respeto,
sabiéndose amo, uno del otro.
Músculos en tensión, el toro espera
a las madres con sus crías, comprobando,
han tenido su ración de sal, una por una,
regresando a la montaña a su rebaño.
Mayte Andrade -Benicarló/ Castellón-
De mi libro “Querencias Taurinas” ed. 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario