Rezo al dios del vapor y la miseria
Cuando recorro la ciudad me gustaría desmembrarla. Lo hago cada día, diseccionando con la mirada lo de siempre: ratas ricas en dirigibles, ratas pobres a dos patas. Sólo yo, tras mis anteojos, veo con claridad qué esconden. Son basura y yo su basurero.
No piensen que por odiar todo, no soy un tipo decente. Antes de que oséis entablar juicios de valor sobre mi persona, he de decir que soy bueno… E incluso muy creyente. Rezo cada día, cada noche. ¿Y usted? ¿Cuándo fue la última vez que se acordó de que hay alguien por encima de usted?
Creo en el dios del vapor y la miseria. Ya se imaginarán que, puestos a la inventiva, prefiero que las tuercas de mi cerebro fabriquen mis propios ídolos.
Rezo al dios del vapor. Mi fe alimenta, cual carbón, el fuego que propulsa los sueños. Gracias al vapor, un soldado que pierde un brazo en la Guerra de Crimea puede tener un nuevo, a partir de pistones y engranajes. Gracias a mi dios, un hombre puede elegir qué carcasa utilizar; sólo requiere mirar bien y elegir.
Rezo al dios de la miseria. Otorga, en su magnificencia, manos hermosas para los pobres y bonitos ojos para las almas perdidas. Gracias a la miseria, ellos se hallan abajo y así, yo, estoy alto, muy alto, sin temor a caer. Gracias a mi dios, un hombre puede elegir qué carcasa utilizar; sólo requiere mirar bien y elegir.
Por ser un asesino, me creen pérfido. ¿No entienden, por culpa de sus falsos dioses, que, en esta sociedad victoriana, empuñar un cuchillo y sesgar un brazo es sólo ahorrar tiempo? Gracias a mi dios, el vapor y sus inmundos hijos, mi cuerpo renace. Mi brazo derecho es de un espadachín, mi ojo azul es de un piloto de zepelín, mi ojo verde es de un cazador, mi voz es de un cantautor y mis corazones son de una liebre y un niño perdido… Todas juntas, son mías. Soy un basurero que aprovecha los desperdicios.
Por cierto, tus ojos son del agrado del dios de la miseria y el vapor.
Tus ojos son de mi agrado. Yo, un dios que da vida, muerte y resurrección. Rézame.
Carlos Javier Eguren Hernández(España)
Publicado en la revista digital Minatura 116
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