Querido Maestro
Memoria como entonces, insuficiente, caprichosa
por eso, tutor de almas, ni recuerdo tu nombre.
Triste realidad, otrora concesión infantil, ora odiosa,
pues yace en mi más de lo que por memo olvidé,
aunque orgulloso en mostrar, a quien sin cejar,
con el rigor de sus valores, sin rendición, con fe
por vocación impartía, memo de mí y a mi pesar.
Despertome en hora reciente la inquietud
por el hambre de saber, entender, mira tú
ignorante del origen no me pregunté por qué
limíteme a mamar de esa nueva religión que
alimentando mi alma, fortaleciendo mi ser
interrogaba en el ahora, pero no en el ayer.
Ese ayer fuiste tú, ese anónimo a quien honores daré
no pretendiste más premio que el premio de saber
que unos rapaces harapientos sabrían en utilidad crecer
lamentando tu sin nombre, pues de niño, lo olvidé.
Del libro Poemario de un ideario de MAXI CAMPILLO PONS
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