viernes, 17 de febrero de 2012
MICRORRELATO
LA ISLA DE LOS GUERREROS MUERTOS
Dicen los viejos y polvorientos libros que existe una isla, situada en el otro extremo del gran océano, en la que perviven las almas de los grandes guerreros.
La balada de Bar-al-Kalam narra el viaje de un grupo de astinirios en busca de esa isla, y las aventuras y desventuras que les acaecieron para, finalmente, tener que regresar a casa sin haber siquiera vislumbrado el objeto de su odisea. También cuenta una historia similar la crónica del Magister Ubsala, aunque en esta ocasión el protagonista –único superviviente de la expedición- llega a atisbar las costas de la isla, aunque los vientos lo arrastran lejos de ella.
En los antiquísimos pergaminos de Khadir, de autor anónimo, se dan más detalles sobre lo que acontece en esa isla, a la que denominan “Ghadar la umna dest” o, en nuestro idioma, “Isla de los guerreros muertos”. Según su desconocido autor, las almas de los grandes guerreros vagan por allí, en forma de opalina niebla, y transitan por los intrincados senderos de la floresta. Cuando se encuentran dos de esas almas, se transmutan en cuerpos de sangre y carne, que vienen a ser los de los guerreros muertos. Entonces se enfrentan en ardorosos combates, que pueden durar horas, y hasta días. Cuando uno de ellos vence acaba la lid, y los dos contendientes vuelven a convertirse en niebla y se dispersan… hasta volver a encontrarse con las almas de otros guerreros.
Es una historia extraña, casi tanto como las que tratan de la construcción de las desaparecidas ciudades de Mihr, y las crónicas hablan de esta isla como de un paraíso para los grandes hombres de armas. Este modesto narrador, en cambio, es de la opinión que el lugar más parece un infierno de condena a un lugar de reposo.
Francisco J. Segovia-Granada-
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