En la niebla de Londres
Ya estaba preparada para salir. La emoción le estaba haciendo una jugarreta de verdad. Tenía que ir otra vez al baño. Su ayudante fue fiel a su cometido y le echó una mano con el vestido; desde niñas aprendían a lidiar con toda esa ropa obsoleta, y ella se preguntaba si algún día la moda les permitiría a las mujeres ir un poco menos tapadas.
Ya estaba preparada otra vez para salir. Esta vez sí. Era la primera cita, la tensión se hacía siempre más palpable. ¿Sería él el amor de su vida?
Su Farnsworth emitió ese ruido tan desagradable, acompañado por la inevitable purga de vapor; ingenioso: hacía de avisador a la vez que desahogaba la presión del sistema. Realmente ingenioso. Descolgó ansiosa, temiendo fuera él que anulaba la cita.
-Quería solo decirte que estoy muy feliz por ti.- La voz y la imagen al otro lado del comunicador eran de su madre. ¿Cómo se habría enterado? Habrá sido la cotilla de su prima seguro. -Por fin sales con un chico de verdad, soy la madre más feliz…-
-Claro, gracias, tengo que irme- le dijo, y colgó. Inoportuna. Como todas las madres.
Se fue feliz a la cita. Cuando llegó al restaurante él la estaba esperando. Entraron, mano en la mano. Él le acompañó la silla: era todo un caballero. Se sentó en frente a ella.
Llegó el camarero, y les pidió qué querían beber. -Agua- dijeron ambos. Les dejó la carta para que eligieran. Ella acarició la mano de él, quien enseguida se puso colorado.
De repente, un hilillo de vapor empezó a salir de sus orejas.
Ella sonrió. Y suspiró. Otro robot. Pero (y volvió a suspirar) los estaban haciendo cada vez más realísticos y más guapos…
Alexander Foxx (España) & Vuelapluma (España)
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