ABUELO ADIÓS
Barbado y grandulón, vienes, Abuelo
Dios, a llevarme al bosque de la mano.
No quiero ir, ya no soy niño, ya no
subo al columpio ni me tiro al suelo."
Carlos Murciano, poeta español
FIESTA.
Por una descubierta claraboya,
de su techo montuno (su palacio)
me mira con sus ojos de topacio
una linda princesa de Camboya.
O mejor: (me miraba) porque, no ya
solamente me mira muy despacio,
sino que ya no tiene bucles... Lacio
es el pelo que el hombro le convoya.
La divina princesa que viene a la
verbena, ya debuta en esta sala,
y puede ser extraña para los que
nunca han visto danzar en otro tiempo
y por obvias razones son las tempo-
reras aves que habitan este bosque.
Francisco Henríquez
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