LOS DIOSES NO TIENEN MADRE
JUAN CERVERA SANCHIS
Había sido un día muy intenso para Cynthia. Por fin dormía plácidamente. Eran como las cuatro de la madrugada. De súbito, y entre la lasitud del sueño que la embargaba, experimentó una muy extraña sensación. Algo indefinible penetraba hasta lo más profundo de sus neuronas. La sensación la dejó vacía. Se agitó en su lecho misteriosamente desvelada. Entreabrió sus ojos. Descubrió que la ventana había quedado abierta. Se levantó. Cerró la ventana. Se sentó sobre el lecho revuelto.. Otra vez volvió a sentir, con la mente en blanco, aquel tan insólito estremecimiento. Un gran cansancio la fue invadiendo. Se arropó y durmió hasta el día siguiente.
Pasó el tiempo sin mayores sobresaltos para Cynthia. Un día, semanas después, advirtió que algo anormal estaba sucediendo en su organismo. Sus funciones femeninas incomprensiblemente habían quedado suspendidas. Ciertos trastornos ignorados por ella, hasta entonces, se apoderaron de su cuerpo. Comenzó a experimentar vahídos y náuseas. Su madre, que observó las reacciones, se alarmó e hizo a Cynthia preguntas que ésta no alcanzó a comprender. Quedó todo así por el momento. Mas como los trastornos continuaron, la madre decidió llevarla al ginecólogo. Cynthia no comprendía nada. Su padre, al conocer la decisión de su esposa, se puso muy nervioso y hostigó a la joven con extrañas preguntas. Ella, que no comprendía nada, se desplomó en llanto.
Fueron al ginecólogo. Éste, tras hacer las pruebas pertinentes (ranas, conejas, cuyas, pruebas del Latex) comunicó a los padres de que no era nada de lo que habían imaginado. No contentos con esto, y ya que los trastornos persistían, la joven fue sometida a una concienzuda exploración. Finalmente se le hizo un frotis.
Cynthia no sólo no había sido violada, sino que se confirmó, además, que no existía huella en su organismo de que hubiera tenido relación con varón. Era pues virgen. Así que era del todo imposible que existiera la más mínima posibilidad de embarazo como había sospechado su madre y la sintomatología invitaba, en principio, a creer.
El ginecólogo diagnosticó que todo aquello probablemente se debía a un estado nervioso derivado del exceso de estudios a que se había sometido a la joven.
Por prescripción médica, Cynthia, se tomó unas semanas de vacaciones al aire libre con el objeto de gozar del sol, tranquilidad y reposo. Sin duda alguna prontamente se restablecería y aquellos síntomas desaparecerían por completo.
La joven no entendía nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor. De cualquier manera, las vacaciones, le sirvieron de relax..
Transcurrieron cinco meses. La cintura de Cynthia comenzó a ensancharse y el volumen de su vientre creció ostensiblemente. Los padres, alarmados y pensando en un posible y terrible tumor, la llevaron de nuevo al ginecólogo. Éste, por medio del estetoscopio, diagnosticó:
-No lo puedo creer, señores, después de las pruebas que le hicimos a su hija esto no es posible y, sin embargo, lo es.
-¿Qué es lo que no puede creer, doctor?- preguntó la madre de Cynthia.
-Ese latido cardíaco intrauterino. No hay duda, señora, su hija va a ser madre.
Cynthia era ahora la que se sentía aterrorizada.
-¡No es posible, doctor, no es posible!
-Lo es.
Al día siguiente fue examinada por otro ginecólogo. El diagnóstico fue el mismo. La vieron varios médicos más. No hubo dudas. ¿Qué había ocurrido?
Sí, era incomprensible en razón a los exámenes del primer ginecólogo y, sobre todo, en orden a la memoria de la misma Cynthia. El hecho, sin embargo, era el hecho. Los padres de Cynthia estaban avergonzados. Se planteó la posibilidad de un aborto, pero dado los principios religiosos de la familia fue rechazado. Se determinó que Cynthia tuviera aquel hijo que ni ella misma, y lo juraba, sabía de quién era. La joven sufrió una fuerte crisis. Finalmente aceptó la realidad, una realidad palpable a la vez que inexplicable.
Pasó el tiempo. Cynthia secretamente empezó a querer al hijo. Su vientre se orondeaba más y más y la embargaba un peso de ternura.
Tres habitantes de la quinta dimensión estaban sumamente entusiasmados en su laboratorio de ensayos entre retortas y matraces. Eran tres individuos de la raza de los Hazzures. Potentes inteligencias de la galaxia Rirmarg.
-¡H-4, lo hemos logrado!-exclamó uno de ellos.
-Magnífico T-6.
-¡Bellísimo!-reafirmó Z-8.
Los hazzures venían experimentando desde aquel laboratorio con los rayos Vnzús , mucho mas poderosos que los conocidos por los terráqueos con el nombre de lasser.
El experimento de los hazzures consistía en implantar especimenes seleccionados de su raza en razas extrañas. Al fin culminaba con éxito su prueba. A fuerza de búsquedas había sido hallada la matriz ideal en una terrestre, que fue estudiada desde veinte generaciones atrás. Reunía pues las condiciones requeridas para el trascendental ensayo, dadas las condiciones cósmicas existentes. En el planeta Yintay se necesitaba urgentemente un individuo ultracósmico, al mismo tiempo que común a la raza allí existente, desde hacía trescientas vueltas del Gran Cilindro. Los hazzures que operaban en el laboratorio eran precisamente los encargados de dicha misión. Desde hacían millones de vueltas del Gran Cilindro ellos cumplían con el científico deber de enviar individuos ultracósmicos a distintos planetas de diferentes soles de tiempo en tiempo. Es decir, siempre que la moral de estos planetas bajase a niveles ínfimos.
Z-8 sonreía mientras observaba como saltaban de júbilo sus compañeros. Él era el historiador y sabía que desde otro laboratorio hazzur no hacía mucho fue enviado a la Tierra otro individuo ultracósmico que muy pronto ( año 2015 de los terrestres) iniciaría su acción transformadora. La gran revolución de los terrícolas era aún un secreto para los mismos habitantes del planeta, pero la Tierra estaba necesitada de esa gran revolución moral al igual que Yintay.
Cynthia estaba punto de dar a luz. De nuevo experimentó la extraña sensación aquella que tanto la inquietó. Recordó incluso la noche en que se levantó a cerrar la ventana. Un hilo misterioso unió aquella noche con la presente.
Los hazzures trabajaban. Z-8 dijo:
-Es el momento. Preparen los rayos Vnzús. Pronto.
En menos de un tercio de segundo los rayos estuvieron listos. Cinco segundos después y realizada la operación místico-matemática, requerida para el caso, los colores de todos los iris hazzures se pusieron en acción. Una criatura hermosísima pataleó en un tubo de vidrio. Lloraba feliz. Por ósmosis le había sido extraído su misterioso fruto a Cynthia de la emoción y el asombro de su vientre.
Cynthia despertó confusa y angustiada.. En lo más profundo de sus neuronas la creación sintetizada se alzaba en un único clamor. Un vacío infinitesimal se apoderó del alma de Cynthia, que flotó en el mar todas las nadas.
Tres habitantes de la quinta dimensión enviaban un niño destinado a grandes empresas al planeta Yintay. Uno de ellos dijo:
-La terrestre se ha suicidado, pero no lo consideren un fracaso. Piensen: una muerte por millones de vidas. T-6 comentó:
-La vida y sus esencias. Tenemos mucho que aprender todavía de la vida.
De repente todo se desvaneció. No podía ser de otra manera, pues como dejó dicho 274 años antes de JC, en Seleunte, el sabio Agemarco Abderita, predicador del suicidio, las madres de los dioses, inevitablemente, mueren locas y por su propia mano, en el instante mismo en que nacen éstos, pues los dioses no tienen madre.
El destino de Cynthia se había cumplido con absoluta exactitud.
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