MENDOZA Y CORTÉS: CIELITO LINDO
Por Juan Cervera Sanchis
Pocos saben, y escasos son los que recuerdan, a
Quirino Mendoza y Cortés. Más: si uno pronuncia
su nombre, incluso entre la gente leída, en la mayoría
de los casos, casi nadie lo asocia con la música. Ahora
bien, si uno tararea las primeras notas de la canción
“Cielito Lindo” o dice algunos de sus versos, todos
la reconocen.
“Cielito Lindo” es una canción mexicana que ha dado
y sigue dando vueltas y más vueltas al mundo con la
complacencia de todos los que la escuchan:
“Ese lunar que tienes,/cielito lindo,/ junto a la boca,/
no se lo des a nadie/ que a mi me toca.”
Todos nosotros alguna vez hemos canturreado esta
estrofa, ¿o no? Por supuesto que sí.
El lunar existió junto a la boca de una novia de un joven
compositor enamorado. La dueña de aquel lunar se llamó
Catalina e inspiró a Quirino Mendoza y Cortés una
canción inmortal.
Por cierto que Catalina y Quirino se casaron y procrearon
tres hijos: Manuel, Jesús y Domingo.
Quirino Mendoza y Cortés, el autor de “Cielito Lindo”,
vino al mundo en Tulyehualco, jurisdicción de Xochimilco,
México D. F., el 10 de mayo de 1862 y dejó de existir
el 9 de noviembre de 1957 a los 95 años de edad.
Fueron sus padres, para decir las cosas al antiguo estilo,
Policarpio Fidelfio Mendoza Ocampo y Juana Cortés
de la Rosa. Su padre fue agricultor y organista.
De la iglesia donde tocaba se iba al surco y del surco
retornaba a la iglesia y así reunía los recursos para
sostener a su familia.
La madre de Quirino fue a su vez la hija del maestro
de música Hilario Cortés, natural de Jerez, Zacatecas,
quien fuera director de la Banda de Zapadores y
ostentaba el grado de capitán.
Quirino pues, por ambas vertientes sanguíneas, traía
la música en sus venas. Su primer maestro fue su padre.
Él le enseñó a tocar la guitarra, el violón y el piano,
sin permitirle descuidar sus estudios. Fue un niño muy
aplicado. Hizo la primaria en Tulyehualco. Ahí, guiado
por su padre y el cura párroco, conoció los secretos
del órgano.
Pronto dio pruebas de su talento para componer. Siendo
casi un niño escribió algunas composiciones musicales
con temas religiosos.
Terminó su carrera de maestro y ejerció el magisterio
en pequeñas poblaciones, como Los Reyes, San Mateo
Jalpa, Santiago Alcahualtepec y San Juan Izcapotan.
Luego de un tiempo ausente de su pueblo natal volvió
a instalarse en él. Ahí también fue maestro. Enamorado
de la naturaleza se le veía subir, a pie, al cerro del Teuhtli
para darse el gusto de admirar y gozar el Valle de México.
Quirino Mendoza tenía alma y corazón de poeta, era
un poeta. Se sabe que “Cielito Lindo” fue escrita durante
uno de aquellos paseos al cerro del Teuhtli.
Pero no se crea que su vida fue un piélago de paz. Lo
bucólico de aquellos días fue roto por los disparos de
la Revolución. Quirino no dudó en participar. En 1916
lo dejó todo y tomó el fúsil. Pero él era músico. Terminó
dirigiendo la Banda de Guerra de Puebla, mientras
componía canciones como “Jesusita en Chihuahua”,
polka, muy celebrada en el norte del país. También
compuso “La Joaquinita”.
La verdad es que Quirino Mendoza no es únicamente
autor de una sola canción. Dejó un número considerable
de valses, entre los que destaca el titulado “Honor y Gloria”.
Fue profesor en el plantel Miguel Meneses, que
estuvo en las calles de Belisario Domínguez número
22, D. F., planta que perdió al desaparecer el mismo
y que lo llevó a sufrir bastantes apuros económicos. Ello,
sin embargo, no le impidió seguir componiendo. Al
morir la suma de sus creaciones musicales fueron de 73
himnos, 102 canciones populares, desde pasodobles,
marchas a fox-tros; 57 cantos para jardín de niños;
50 huapangos y otras polkas, mazurcas, chotís y
obras religiosas.
Veinte años después de muerto tuvo un momento
de gloria, gracias, sin duda, a “Cielito Lindo”.
El D. F. decidió rendirle (1977) un homenaje post morten.
Fue entonces que sus restos mortales fueron exhumados
y trasladados, del panteón de Tulyehualco, donde había
sido sepultado, al lote de los Hombres Ilustres de
Xochimilco que se encuentra en Xilotepec.
Al margen de estos reconocimientos oficiales Quirino
Mendoza y Cortés siempre ha estado vivo y muy
presente, por más que muchos ignoren su nombre,
en la letra y en las notas de su “Cielito Lindo”, tan
de todos nosotros:
“De la Sierra Morena,
cielito lindo, vienen bajando
un par de ojitos negros,
cielito lindo, de contrabando.
Ay, ay, ay, ay,
canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.
Pájaro que abandona,
cielito lindo, su primer nido,
regresa y no lo encuentra,
cielito lindo, bien merecido.
Ay, ay, ay, ay....
Ese lunar que tienes,
cielito lindo, junto a la boca,
no se lo des a nadie,
cielito lindo, que a mi me toca.”
Un cielo de canción, con la que le bastó a Quirino
Mendoza y Cortés, para instalarse en la memoria
de la historia de la música popular de México
entre sus más señeras e inolvidables figuras.
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