Diario
Escribo como pienso, como siento.
Dentro de mí se yergue un campanario
proclamando a los aires mi diario,
con el apremio y brasa del momento.
Dentro de mí. Donde ni lluvia o viento
maquilla o tergiversa el escenario,
ni dependo de nadie, y mi calvario,
o mi resurrección, son mi fermento.
Llevo una doble vida. La mundana,
que todos ven, que se hunde o engalana
según las circunstancias, a mí ajenas.
Y la interior, donde improviso el mundo
de acuerdo a mi querencia, y lo difundo
según lo que me fluye por las venas.
¿Será que me recuerdas?
¿Será que me recuerdas?
¿Que una añoranza repta cada noche
entre tus sábanas, lamiendo muslos,
y que tu piel e intimidad la acogen?
Nunca nos queda sólo la memoria,
que no es aislado, independiente bloque,
sino materia viva, con raíces,
como el olmo y el hombre.
A la resurrección de lo pasado
se anexan, a remolque,
temblores que juzgáramos dormidos,
afectos evadidos al galope,
fragmentos de una vida, o de dos vidas,
perdidos en desorden.
Debo pensar que sí, que me recuerdas,
que aún oyes, si lejanos, los redobles
de tambores antiguos,
batiendo entre los dos a medianoche.
Tal vez los calendarios ya no vuelvan
a recobrar las hojas que a mandobles
les fueran mutiladas,
y hoy no podrá volver a ser entonces.
Pero puede surgir una sonrisa
evocando el ayer, que no deforme
las luces y las rosas,
la palabra gentil y los fervores
que fueron nuestros, y que son tan míos.
¿Será que me recuerdas sin reproches?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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