Con aparente simpleza
simular poder y fama
es colocar en la cama
un cadáver que no reza.
Confiar en la fortaleza
de delicados corpiños
y que con falsos aliños
alguien resucitaría,
eso es poner barbería
en la calle de lampiños
¿Con qué ha contado la rana
soñando largo cabello
y quién engaña al camello
con agua de palangana?
Todo el que al odio se afana
sin conciencia ni medida
pecará en doble partida
y sabrá por torpe y loro
lo que es provocar al toro
y no aguantar la embestida.
Que los malos duermen bien
en un adagio muy viejo,
el evidente reflejo
de que no existe el Edén.
Junto a lo noble también
erupciona la falacia
y desde América al Asia
ya sin solución alguna,
hay pícaros con fortuna
y hombres de bien en desgracia.
LORENZO SUÁREZ CASTRO
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