La mujer que me llevó a la cama
La mujer que me llevó a la cama tenía
treinta años. Me
acorraló, me tomó por
asalto. Con desparpajo,
me hizo guiso. Desabotonó
mi camisa fucsia de
mangas cortas, boca a boca
deslizó su chicle dietético,
bajó el cierre de mi pantalón
de pana y tanteó. Su olor, su
inconmensurabilidad, me pudieron.
Hasta entonces me habían
bastado el ajedrez, mi empleo en la
empresa de mis tíos, el físico-culturismo,
la religión, Héctor, o Luis, tostarme.
Me logró calentar lo justo, lo imprescindible.
Y la monté..., mamá.
TURNO
Fue
al cabo
de procurar
sacarme el compromiso
de adelante pronto cuando
sólo logré un orgasmo chiquito, un
orgasmo aprendiz, adusto y liviano. La
decepción me inclina a dormitar. Y a
soñar. Siento mucha necesidad de sentir
que tengo. Llegará mi turno. No hay
nada como disponer de todo un santo
día no laborable para entregarse a los
renovadamente castos, sempiternos y
pasionales brazos de Morfeo.
Del libro Historietas de amor de ROLANDO REVAGLIATTI -Argentina-
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