VIDA DE PERRO
Francisco José Segovia Ramos (Granada)
Se perdió en la niebla una triste tarde de noviembre. No sé qué fue lo que pasó por su cabeza, qué demonios le acosaron para que desapareciese de esa forma. Algunos dijeron que fue un mal de amores, otros, los más suspicaces, que enemistadas manifiestas y amistades que no fueron tales. Hubo quien afirmó que algún pasado turbio se hizo presente en una mujer madura que apareció días antes por el pueblo.
Unos pocos, los que más lo apreciaban, lo buscaron durante unos días, recorriendo caminos y veredas, prados y bosquecillos, pero sólo encontraron las hojas caídas del otoño y volvieron con el desaliento en sus rostros y el cansancio en sus piernas.
No sé qué pudo pasar por su pequeña cabecita de perro travieso, ni por qué desapareció de aquella forma, sin despedirse con un ladrido corto y seco como sólo él era capaz de hacer. Simplemente se marchó en silencio, seguramente con algo parecido a la tristeza reflejado en sus ojos grandes y oscuros.
Nunca más lo volvieron a ver y tal vez, es el consuelo que queda, alguien, en algún otro pueblecito perdido de los montes, lo acogiera en su regazo para oír sus ladridos de alegría.
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