Neptuno (En la Plaza de Cánovas)
Tan lejano está el mar que hasta enmudece
la caracola su rumor distante.
Sin embargo Neptuno, vigilante,
sobre las aguas, súbito, aparece.
Enarbolando su tridente, mece
la carroza de concha, navegante
sobre tan breve océano, triunfante
de no sé qué batallas. Oscurece.
La fuente, ante la noche, se ilumina,
con el Palace al fondo, y coordina
cada hipocampo espeso chapoteo.
El dios contempla el tráfico rodando,
míticos monstruos que lo van cercando,
en turbio, persistente serpenteo.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
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