ES ESTA TU VOZ, LECTOR
No se te ocurra que busco purgar, aquí, mis pecados.
El poema no tiene corazón, y exige arder hasta el silencio.
Esclavo de la soledad, condenado estoy a alimentar su fuego.
No hay alegría para mí en el tormento de su llama.
Sueño, en cambio, con su ausencia, esa callada luz de la otra orilla,
Allí la realidad es tan sólo la de la sangre que se entrega
a todos en un cuerpo cualquiera,
acariciada apenas por el susurro de sus labios mudos.
FRANCISCO NÁJERA
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