Desesperanza...
Oigo del pajarillo el cantar
en esta soleada mañana.
Te busco sin cesar,
mas sólo existes
en mi mente malsana.
Cuánto he de penar
inmerso en tanto pecado,
vilmente arrastrado
por un deseo vano,
que nunca habrá de llegar.
Una palma y un almendro;
detrás: un coral.
Bajo la sombra contemplo
el ir y venir
de lo que ha sido mi tormento.
¡Todavía espero!
¡Aún ansío lo que no merezco!
Necia inocencia
que me hizo creer,
que era posible querer
sin tener que pecar.
En un reto al pasado
mi pensamiento voló a tu lado,
queriendo ver realizado
el sueño aún anhelado.
Y aunque mi ser despierte
tardío y abrumado,
y comprenda abnegado
lo que de mí espera
la hipocresía mundana,
aún no he renunciado
a, de ti, vivir separado.
CLAUDIO MARIANO DOMÍNGUEZ
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