Las cosas fluyen
Deshojándose va mi otoño austero.
Desnudo estoy en el paisaje frío
que desertaste ayer. Qué poderío
detenta tu presencia, y qué ligero
llega el cambio de tiempo. Ya no quiero
volver la vista atrás. Cuanto fue mío,
luz y color, adquiere el tono umbrío
de malaventurado forastero.
Las cosas fluyen ciegas. Su corriente
nunca vuelve hacia atrás, hacia la fuente,
sino que avanza inexorable al mar.
Y así voy yo hacia inevitable invierno.
Dirá la última nota en mi cuaderno:
“Amé, sufrí. Me voy a descansar”
Casi tú
Rueda el tiempo. Ya casi no te espero.
Aunque sigue surgiendo tu figura
de entre las sombras, sobre la frescura
del agua azul, o al pie del limonero.
Formas hay que se van por el sendero
de un silencio maldito que fractura
la urdimbre de nuestra íntima armadura,
y a veces nos visitan de ligero.
Tu forma, no sé ya si me frecuenta
en las horas oscuras, o se asienta
sedosa en las esquinas de mi vida.
Sin tú saberlo, le hablo, la retengo,
va donde voy, y viene donde vengo,
es casi tú, curándome la herida.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
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