Tacto de mano y mente
Se me apacigua el tacto de la mano,
sobre tu piel, ayer, incandescente;
mas sobrevive el tacto de la mente,
ceñido en torno a ti, nudo gordiano.
Qué infortunio; tu cuerpo tan lejano,
y en mi cerebro arpón tan insistente,
hincándose espectral, siempre vigente,
sin que adviertas mi yugo cotidiano.
Uncido voy en afanosa yunta
de espina y rosa, y ésta se pregunta
las razones de tal contrasentido.
¿Por qué te siento íntimamente mía,
si el tacto de mi mano es sinfonía
de orquesta muda, colibrí dormido?
Negro hueco
Años hay que se apartan de la historia,
y al contemplarlos, en retrospectiva,
vemos el hueco negro en que, evasiva,
la vida huyó, sin aflicción ni gloria.
Ni fracaso tuvieron, ni victoria,
ni hubo en sus tumbas breve narrativa
de estricta distinción, frase afectiva,
por carecer de tumba, de memoria.
Evaporados, sin mojón, sin huella,
sin luz lejana, ya candil o estrella,
sin estructura en esplendor ni en ruina.
Años sin plenitud, que no vivimos
con la voracidad con que debimos,
atrapados en mallas de rutina.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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