viernes, 5 de agosto de 2011

POEMAS

Geometría

Vengo a robar tus formas al filo de la noche,
curvas de medias lunas y cimborrios cautivos,
óvalos entreabiertos en húmeda ceguera,
cilindros divergentes, ángulos encendidos.

Canta tu geometría teoremas vitales,
y se miden tus muslos en grados expansivos.
No es a compás ni a escuadra que trazaré mis líneas
sobre el área bulbosa de tu carne de trigo.

Tu superficie clama por mis planos; para ellos
fraguo bocetos mudos, traigo diseños vivos,
y extendido a lo largo de tu amplitud desnuda
las medidas exactas evalúo y calibro.

Debo erigir la torre, la cúpula y el ábside
de esta sensual, armónica, catedral del instinto,
acoplando cadencias a la técnica experta,
alborozo y fervores a esquemas y guarismos.

Órgano de solemnes acordes acompañe
al órgano marcando su metódico ritmo.
La frialdad del número, del arco y la figura
combínese en la alcoba con la fe y el suspiro.

Encajarán los rasgos de mis formas convexas
en las cóncavas tuyas, en vaivén, sin dominio,
rodando por los ámbitos de músculo y cerebro,
en paridad de afectos, en perfecto equilibrio.

Armonía de líneas exactas, de figuras
mutuamente incrustadas, de fórmulas y símbolos,
de bisectriz inversa, dirigiéndose al ángulo
de los muslos abiertos, y hasta el fin de uno mismo.


Jauría

Me circundan rabiosos los perros del deseo,
veo fuego en sus ojos, escucho sus ladridos,
como inquietantes sombras al ocaso los veo,
sus garras alargadas rasgando mis sentidos.

No me asustan ni inquietan, me deleita su acoso.
Ni me encierro en defensa, ni me doy a la fuga.
Caiga sobre mis miembros su jauría; el reposo
tiene rostro de muerte, letargo de tortuga.

No entiendo de sosiego, surtidor de retozos
siempre en pie, generando perpetuo movimiento;
fluyen en torrentera, dentro de mí, alborozos;
la tristeza es inmóvil, estanque somnoliento.

Vengan en vigoroso torbellino esas fieras
que circundan, hostigan, asaltan y desgarran;
me arrebatan sus ciegas tendencias carniceras,
que el alma no esclavizan, aunque la carne amarran.

Tú eres el acicate que incita la manada,
y a tu vista el sustrato de mi piel se rebela.
Oh, gozo del tropiezo, cayendo en tu emboscada,
ay, mi cuerpo en aullidos, y mi alma de gacela.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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