Quiere dormir en Dios, pero se duerme en sí, sofisticado,
triste, con esa gratuidad de las almejas que se abren para que el
mar las bañe.
Después de haber ensayado todas las formas del insulto,
mereceríamos dominar la ironía. Casi no la advertimos cuando
llega a nosotros con piecitos frágiles, igual que esas bañistas
púberes que entran al agua en los inicios de la temporada de
pileta.
La joven copera recordaba que dentro de cuatro paredes le
fue dado vivir todo: "sufrí, soñé, amé, odié..." Era bella, y esa
teoría de conocer el mundo por la aldea le sumaba atractivo. A
su lado yo, semiebrio, conciso, con la idea fija de pactar el gozo
en otra habitación. Yo y mis ansias por desconocerlo todo.
Del libro Aforismos, desaforismos de JOSÉ EMILIO TALLARICO -Argetina-
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