No a la blanda molicie de las tardes,
ni a la inacción estéril de la calma,
ni a la nostalgia de una voz sedante,
que atan la voluntad y la degradan.
Quiero la vibración de la mañana
donde la vida, alegre se rehace,
donde la luz como una fuerza mansa
robustece la mente y la contrae.
La eternidad de los silencios graves
falte para mis horas, y el fragante
callar de los reposos se desangre.
Vibren para mis días las campanas
que crean los minutos y desatan
la juventud de las canciones blancas.
Del libro Álamos en el agua de PEDRO BARBÉ AGUIRRE
San Nicolás de los Arroyos -Argentina-
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