La Mar y el “pescao”: Julita.
Luego. Me iré yo solo a comer
a un pequeño restaurante, que yo sé:
Y que está pegado al mar,
allí, me sentaré frente a una mesa,
de madera sin pintar.
Y, esperaré tranquilamente al camarero
llegar, viendo las olas dulcemente
chocar con las rocas,
que son parte de la mar.
Mientras, descansaré mis pies,
sobre unas redes de pescar,
redes aún por remendar:
y, junto a un amasijo
de cuerdas viejas, que
con ellas nudos marineros harán.
Y, puede que también vea
a algún pescador meditar
mientras pacientemente espera,
aguantando la caña sin rechistar:.
En ver de convertir peces
en pescados, y así
podérselos a su casa llevar,
para a la noche cenar.
Me asomaré a la cocina
a ver, ese lugar singular,
y puede, que entre sartenes y cazuelas
vea a la cocinera cocinar.
Cocinera intuitiva y sagaz que
sin partituras ni recetas,
cocina de forma magistral,
y se guía sólo por su paladar:
Cocinando con la sabiduría que
de su abuela Patro aprendió,
mientras las dos olían a pescado
por limpiar y a salitre de la Mar.
Y allí, en ese sencillo lugar,
lugar, tan difícil de encontrar
y en el que todo el mundo
sueña en un día hallar…
…Entre barcas y barqueros
me comeré cuatro gambas
y, un plato de arroz marinero,
arroz hecho en un viejo
y abollado caldero,
de aluminio revenido sin brillo.
Y para terminar me comeré,
un “pescao torrao”,
“pescao”, de los que tienen
un nombre que sólo
los marineros saben, “pescao”
que comen por no tirar.
Y, entre bocado y bocado
uno trago de fresca cerveza que
a mi paladar alegría le dará.
Cuando ya haya comido,
me repantigaré en mi silla,
de madera pintada al barniz,
en color azulón pueril, y vulgar.
Y mientras doy “dos cabezadas”,
con mis pesados ojos veré
las barcas llegar con
sus marineros regresar; barcas
que de madrugada salieron a pescar.
Con sus marineros agotados de faenar
limpiar y clasificar, el pescado del
que luego tú, mañana comerás:
Y, que yo, ya comí
del que pescaron ayer
y, que por eso allí fui.
JULIO GUZMÁN SANCHIS
No hay comentarios:
Publicar un comentario