Redondela
a las gaviotas
a mi padre
Ahora que rosas y lilas,
pintan la madrugada,
una gaviota se posa
sobre un mar de rieles,
sobre los hierros de Redondela,
estación de Pontevedra.
Las huellas de olas cercanas
traen rumores, ondas.
Mis palabras se quedan
con las manos vacías.
Ahora es mi asombro
el que descansa entre
el mar y los rieles.
Escribo estas líneas todavía desde el estupor, la consternación, la angustia y la tristeza que provocan las pérdidas que duelen y que uno no espera, no aún, las que no deberían pasar nunca, las que uno no cuenta.
A Nilda y a mí nos decía que eramos "sus bellos", abría sus brazos para recibirnos tanto en "Extranjera a la intemperie" como en su corazón. Nos queríamos mucho y nos mostrábamos el cariño, el respeto, la consideración y la admiración.
Si pienso en ella, por suerte, me viene inmediatamente a la memoria su sonrisa y el brillo en los ojos, ese especial brillo en los ojos que tienen los que han sufrido y los que se han repuesto, los que vencen despedidas. Tengo esa sensación.
Es cierto que me quedan los abrazos.
Este poema, Redondela, pertenece a Susana Fernández Sachaos, una amiga, querida poeta, que el 5 de junio, falleció.
RUBÉN GÓMEZ
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