“El aroma”
El norte de África,
el borde visible de un abanico abierto
que desde la valla de la infancia me interroga ¿Quién soy?
Yo le contesto: eres la punta del iceberg de mi celeste atardecer.
No podías ser otra que una gran dinosauria con cresta abierta, reposada y sabia,
que desde la otra orilla… yo veo.
Derramas tu fuerza joven por las calles tunecinas y egipcias,
con intensos y apasionados gritos que contagian al mundo de principios nobles.
La corrupción lleva fusiles aumentados y negocia con jefes endiosados.
La codicia se almacena, la huida se paga.
Esta es la otra orilla...la que yo leo.
La urticaria sigue reptando la costa hacia otros países nobles,
enredada en la pobreza y exaltándose como un volcán,
con el desgarro de la incomprensión y la desesperanza ahora que,
se electrocuta el paso con leyes de emigración ahora que,
Internet muestra el paraíso posible en esta tierra.
No queda otra conducta que proyectar el polvo de luces lagrimeadas, acompasándolas con pasos de autodeterminación,
con voces de barbilla alta, hacia otros lugares,
a éste que yo escucho desde aquí…tan atenta.
El humo se difumina como destellos de luciérnagas en el aire vivo de la noche, para convertirlos en fragancia de jazmines
que llegarán mañana al resto de las orillas…las que yo quiero.
Josefina Núñez Montoya.
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