domingo, 15 de mayo de 2011
RECITAL INDOCENTE EN BARBATE
ALGO MÁS SOBRE EL RECITAL PROTESTA DE BARBATE
Cada uno de los nueve poetas participantes protestamos sobre diversas facetas de este mundo en el que estamos inmersos. Yo protesté sobre lo poco que se tiene en cuenta los derechos humanos y que estemos fichados en un papel desde que nacemos sin posibilidad de escape.
Empecé mi intervención con unos versos de Gabriel Celaya.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Seguí con mi protesta sobre los derechos humanos.
DERECHOS HUMANOS
I
Dicen que soy libre
que tengo tus mismos derechos
y que soy igual que tú
por eso respétame
no me insultes, ni me golpees
porque no quiero hacer lo mismo
aunque tenga el mismo derecho.
II
Dicen que soy libre
pero me siento atado
porque tú me impides
pasear por donde quiero
trabajar donde hay trabajo
vivir sin miedo a ser golpeado
dormir bajo un techo seguro.
III
Dicen que soy igual
que tú ante la ley
pero el rico paga fianza
y yo me pudro en la cárcel.
El tiene un buen abogado
y yo uno del turno de oficio.
Tú sales hoy y yo sigo encarcelado.
IV
Dicen que si no me respetan
puedo pedir ayuda
pero quizás cuando ésta llegue
tal vez no me haga falta
porque estaré tan vejado
que no podré recuperarme
y la ayuda será inútil.
V
Dicen que no seré expulsado
del país donde vivo
pero eso no vale para los militares
que cuando dan un golpe de estado
encarcelan, torturan y matan,
a quien no acepta su mandato.
Con ello esto es papel mojado.
VI
Dicen que si me juzgan
tienen que ser imparciales
pero si soy negro o gitano
nadie creerá en mi inocencia.
Aunque no tengan prueba
de que yo sea el culpable
me condenarán de antemano.
Y finalicé con un poema de mi último libro publicado SIN NACER.
XIII
Cárcel de papel impreso,
sin salida, sin escape,
cárcel que te construyo
aunque no desee hacerlo.
Para vivir entre nosotros
he de ponerte un nombre
e inscribirte con un número.
No quisiera reducirte, atarte,
ni a un número ni a un nombre.
No deseo ponerte la cadena
pero mi propia cadena me obliga.
Barrotes invisibles que aprisionan,
sin darte cuenta, tu mente,
añadiendo más eslabones a la cadena.
No quiero atarte a un nombre,
quiero que seas libre, que nadie
use tu número en largas estadísticas
donde digan que vives sin saber
cómo, ni dónde, ni porqué.
Cárcel sin gruesos barrotes
donde los presos se sienten
libres estando angustiosamente encerrados.
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