ESCRIBIENDO
Si se me rompe la pluma,
y ya no hay papel ni tinta
con que poder escribir,
yo continuaré escribiendo
en la piel suave del aire
con mis dedos.
¿Quién me leerá? No lo sé.
Sólo sé
que yo seguiré escribiendo,
ya que lo mío es escribir
y escribir contra el silencio
lo que no puedo callar
y, aún más, callarme no quiero.
DISCUTÍAN
Discutían las rosas con los lirios.
Las dalias y los nardos discutían,
Narcisos y geranios discutían.
Discutían petunias y aspidistras.
Violetas y azucenas discutían.
Discutían camelias y claveles.
Gardenias y perpetuas discutían.
Discutían crisantemos y jacintos.
El jardín era, aromas y colores,
una loca y extrema discusión.
No se ponían de acuerdo las flores entre sí,
respecto a la existencia
del viejo y siempre joven jardinero,
enamorado él de la flor de las flores,
que eran todas las flores.
No se ponían de acuerdo y discutían
mientras que el jardinero cuidaba de las flores,
que eran toda su vida,
desde la buganvilla a la mosqueta,
desde las humildísimas margaritas del bosque
a las rojas y vivas amapolas de las verdes praderas.
Cuidaba el jardinero celestial de las flores,
a la vez que la lluvia discutía con el sol
y las nubes discutían con el aire
y el jardinero, amante y amoroso, no discutía con nadie,
él simple y bellamente laboraba,
en tanto que tú y yo, como siempre, amor mío,
seguíamos discutiendo y discutiendo,
sólo por discutir, todo lo indiscutible.
HAIKUS DE LOS NIÑOS
1.- En mis retinas
las niñas de tus ojos
mi vida aniñan.
2.-En cada niño
Dios sigue recordándonos
que Él está vivo.
3.-La Creación toda
es un niño de pecho
que mama y llora.
4.-Nos iluminan
con sus risas los niños
día con día.
LAS SÍLABAS
Se me enredaron las sílabas
y mi palabra no supo
lo que quería decir.
Dijo sol por decir vino,
por decir día dijo noche
y calor por decir frío.
Se me enredaron las sílabas
y, en el enredo perdido
y sin saber que decir,
me desdije de lo dicho.
SI
Si nada jamás retorna,
si todo es inexplicable,
si cada instante se muere,
si se nace a cada instante,
si es la vida una cadena
de adioses interminables,
si tú eres yo y yo soy tú
y tú y yo no somos nadie,
dime, amor, ¿de qué se trata
este espejismo insondable?
JUAN CERVERA SANCHIS
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