Todo: Artemisa.
Todo, se ha dicho de ti
fuente de poesía fuiste
y eres, mas nada sé yo de ti
que no sepa nadie,
mi ilusión,
saber lo que nadie de ti sabe,
tener un secreto a dos; tú y yo.
Te miraré fijamente,
mientras estrellas apagas
con tu luz,
luz que te envía Apolo
que nació después que tú.
Azarosa vida tienes,
mujer de dos caras
sales y entras, entras y sales
de perfil, de frente y en diferentes posturas,
mas tu cara oculta siempre ocultas,
hasta cuando estas llena
del reflejo del espejo
que tú eres,
pues sólo un espejo eres
espejo que proyecta su luz
luz de espejo sin luz,
sobre un estanque
en el que se miró Narciso,
una noche que tú estabas
porque el Sol te iluminaba
y sin él, tú no eras nada,
pues lo que no se ve es nada,
espejo es, cuando se tiene luz,
y sin luz, un espejo no es nada.
Apolo se mira en ti,
que eres reflejo de espejo
espejo en el que él mirarse
por ver de reconocerse
junto a su hermana gemela
que tu eres, y cuando te ve,
se ve en el espejo que tú eres
es tan bello como Narciso o quizá más,
pues Apolo es el más bello galán
que nunca hubo ni habrá
como tú que su imagen eres
pues el reflejo es su luz
y belleza eres tú, gemela de Apolo.
Paradojas de los dioses,
un hermano es la luz; vida,
y su hermana la oscuridad; muerte,
y entre los dos; hombre.
La Tierra en medio está
entre Apolo y tú,
cuando tú llena de luz eres,
y que no es casualidad
es envidia que te tiene
pretendiéndote ocultar,
y lo que consigue es nada
un poco de luz reflejada que tú le das,
a cambio de nada.
Rostro mortecino es tu color; palidez,
que en tu semblante refleja; muerte,
Luna Llena
como espejo plateado y viejo;
de tanto como vio.
Autor: Julio Guzmán Sanchis.
Luna
P
Por una calle lo vi
pasar como un espectro
con una voz extraña diciendo:
"Dime que no estoy muerto
despiadada luna
que en esta dura noche
alumbran las estrellas a mis ojos.
Quedarme yo quisiera
a mirar por los pasillos
la indescifrable noche.
Rudo despertar das para mis ojos,
Imagen que de la oscuridad te acercas,
como un ocaso
que huyendo aleja las sombras a los mares.
Mas estos ojos
buscando van en las tinieblas
unos dulces ojos
que de las tinieblas los aleje.
Qué ha de ser sino esta palabra;
que con dolor ya nos oculta,
la noche, la sombra desnutrida.
No es sólo mi nombre
lo que en la penumbra pena,
son más las voces
que desgraciados
soportar en su alma ya no pueden,
son los niños
que abandonados fueron
en el vientre de la noche.
Son los muertos
que en el inferno habitan;
son también los hombres
que mirar no quieren lo que miran.
Dime, complicada luna,
Si esperar mi ojos deben,
la luz que otros ojos deben
traer para consolar,
los pasos que dando voy por este mundo"
Lo vi, con voz cansada,
por un sagrado valle alejarse
mirando la sombra que en la noche lo seguía.
Vi que de sus ojos,
palabras brotaban,
como lágrimas, y brillan
con el reflejo que de la luna llegaba
PORFIRIO MAMANI MACEDO –París-
A LA LUNA
Altiva y blanca Luna
hoy desmitificada
y antaño misteriosa y tan lejana…
Selene, vieja amiga
cantada por los siglos
y eterna centinela de caminos.
Gris desierto que brilla
sobre el negro profundo del abismo.
Pobre piel arrugada
que ya no se embelesa
en escuchar la voz de los poetas:
ya las plumas no cantan
tibias noches de amor en primavera.
Tú, Luna de mis sueños
hermosos de muchacha,
que besaste el calor de mi ventana,
tú, reina del misterio,
señora del Olimpo desterrada.
Isis, errante esposa del fuego de la vida,
condenada a vagar por las esquinas
del sueño y de la aurora
y camino de estelas que agonizan.
Sobre tu suelo nada
feliz se despereza
al filo de la luz entre la fresca,
dulce y vigorizante voz del alba.
Nada palpita en tus entrañas muertas.
Miras, paciente y muda
-¡Oh, gélida princesa
expulsada del tren de los planetas!-
la Tierra que procura
seguir inexorable tu carrera.
Síguenos contemplando,
esfera sin misterio,
tópica Luna típica, en silencio,
lanzarnos al ocaso
y ser en tu mirada fiel espejo.
M. Carmen Guzmán
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