Volvemos a publicar este poema porque por error el último verso no iba completo.
El trigo y el hombre; y, quizá Castilla.
Para separarte, primero,
hay que segarte,
como trigo que tú eres; verde,
como separar cuerpo de alma; muerte,
y, que es segar la vida del hombre,
como si fuera una espiga; verde.
Cuerpo y grano, consistentes,
livianas, alma y paja.
Separar grano de paja,
como separar, cuerpo de alma.
Los dos, hechos de la tierra,
tierra mojada; barro,
la espiga encima del barro; florece,
el hombre, de barro hecho; crece.
El hombre te cría a ti,
a cambio, tú, lo sustentas,
circulo de pan y amor; eterno.
Por los campos anchurosos,
de Castilla; trigo y hombre,
quizá, juntos crecían,
en forma de espiga,
espiga espigada; verde,
después dorada, madura espiga,
desaparecida bajo la trilla,
cuando era parva,
aventada al viento y, separada
grano de paja, cuerpo de alma,
que ella tenía,
cuando era espiga, cuando era vida,
allá en los campos,
de Castilla.
Los dos se tienen, el uno al otro;
el trigo al hombre, y, el hombre al trigo,
sustento son uno del otro,
los dos se cuidan,
como si uno fueran,
trigo y hombre;
los dos en uno.
Llegará el día,
en que el trigo muera,
y, con su muerte, traerá la vida,
la vida al hombre, su compañero,
y, otro día, morirá el hombre,
y, su cuerpo de imagen vacía,
será alimento de los trigales;
de la espiga, su compañera.
Los dos, son vida,
son grano y paja, son cuerpo y alma,
separadas;
cuando ellos mueran.
El cuerpo y grano,
para la tierra.
El alma y paja,
para los cielos;
cielos azules del mediodía,
cielos ocres,
de los atardeceres mágicos,
de mi Castilla.
AUTOR: Julio Guzmán Sanchis.
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