¿Qué es real?
¿Qué es real?
Ni el tiempo,
Ni el espacio “es” real.
Es invento del hombre,
En su razonar.
¿Es real la materia,
o es real lo material?
Ni una cosa,
ni la otra “es” real.
Creaciones del hombre,
en su cortedad.
¿Qué es real?
¿Es real el Amor,
o es real el dolor?
Ni una cosa, ni la otra,
se pueden tocar.
Locuciones del hombre,
en su transitar.
¿Es real la Vida,
o es real la Muerte?
Ni una cosa, ni la otra,
Puede desvelar,
La vida,
En “muerte” se vive, y
La muerte,
En “vida” se ha de trocar.
Al final del camino,
nada eres y
En nada,
Te has de quedar.
Manuela González Aguilera
SONETO A MIGUEL HERNÁNDEZ
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
¡Oh, Miguel: barro quisiste llamarte
seguro del destino de tu arcilla,
mas en la espera tu feral semilla
pusiste en surcos do aún germina tu arte!
Con su linfa los clásicos eternos,
tu estro en lírica inquietud nutrieron.
Así tus versos un puente tendieron
entre la tradición y lo moderno.
¡Oh, poeta que de tu barro humano,
-cual sugirió Machado-, a tus hermanos
copa lograste hacer do deleitosos,
del temblor de tu verso intemporal
-que amalgamó el buen gusto y lo esencial-,
aún ansiamos saciarnos ardorosos!
CATACLISMO
En el confín marino, donde se pone el Sol,
donde las frescas manzanas son de oro
y los vivos se reúnen con los muertos,
sueño, en mi geografía imaginaria,
con el remoto país de los enamorados.
Este cerebro de neuronas escasas
vislumbra entre millares la isla predilecta,
la más fértil, la dichosa,
la que surge del mar como una espiga.
Mientras dos golondrinas incesantes
remodelan las estrías del poniente,
las palmeras se mecen como nidos
bajo brisas encontradas.
Los pescadores regresan con sus pangas
repletas de pescado;
las mujeres terminan sus petates
y los niños en la playa destrozan caracoles.
El corazón caliginoso de la aldea
se alegra de conversaciones y de tratos.
Desde los talleres
sube el canto de los alfareros.
En los huertos y en las casas
todos sueñan con el mar,
con los enormes buques y los lejanos puertos.
Pero algo desordena mis mares interiores;
el estruendo es sordo y mis entrañas tiemblan.
El aire penetra como un arpón de acero.
Las casas y las calles se van quedando solas;
los isleños huyen.
El agua brama sobre los seísmos
en su estertor fatal.
Hay convulsión de nubes, de olas y de polvo;
los muros caen; se desploman techos;
se rompen puertas y ventanas;
se desfondan pisos;
se descuajan árboles;
los peñascos ruedan, suben,
bajan buscando nuevo lecho;
el mar hambriento se ha tragado el mundo.
Hombres y mujeres con sus hijos
escapan aterrados del duro cataclismo.
Y yo vuelvo al principio:
Así, con mi esperanza, soñando que amanece.
Verano Brisas
Desde mis huesos
“Con los huesos”, Hernández, “con los huesos”,
pediste una y otra y otra vez.
Pero, nadie te oyó, ni te oye, ni te oirá Miguel.
Treinta guerras coexisten, hoy por hoy, sin ceder.
Cada cual con más técnica, menos huesos, más cruel.
Y no hay valor que importe “todo vale”, ya ves,
la ciencia en el progreso se ha olvidado del Ser,
y no hay poema que pueda convencer, ya lo sé.
Pero, al igual que tú escribo, me revelo escribiendo.
¿Qué otra cosa he de hacer?
Lo hago desde mis huesos, con mis huesos, Miguel.
Mónica Alejandra Quimasó y Sevillano
A Miguel Hernández
Pasa un suspiro
que mece el silencio
pasan las horas,
cavilando despierto
la vida entre rejas,
se va sigilosa
tocando entre meses,
la vida
con sol de batallas,
que hieren.
se trunca la espuma del verbo
que vierte "in memoriam"
la muerte
¿qué muerte?...
Aquella que lanza
al hombre
tras otras vertientes,
donde nada se queda
mas que en las ondas,
que lanza la corriente
sobre la penumbra
que encumbra,
slogan de sueños;
la paz permanente
el hombre a su instancia,
recobra el decoro:
años perdidos, amores fallidos,
hallados; a la sombra
de un ciprés, alargado
Rita Velázquez (La Línea).
“El Firmamento.”
Ya estoy en el ocaso
de mi vida
y cuando miro hacia atrás
me doy cuenta de que todo
es una gran mentira
no hay mujer fiel
ni amigo sincero el uno y el otro
se venden por dinero
cuantas promesas y
cuantos desengaños
he recibido yo durante
todos estos años
pero a pesar de todo
no escarmiento
y pienso que algún día
en algún lugar y en
cualquier momento
tu amor y mi amor
en un abrazo eterno
viajen por el firmamento.
Nicolás Sosa
“En el mapa de tu cuerpo.”
Aunque tú quisieras
No podrás olvidarme
Porque me se de memoria
El mapa de tu cuerpo
Y en cada rincón de él
Deposité mis besos.
Recuerdo cómo suspirabas
Cuándo yo te acariciaba
Y te cubría con mis besos
El placer que tú sentías
Cada vez que nos uníamos
En un dulce embelezo.
Cuantas veces en la vida
Me pediste un beso
Y yo te correspondía
Con algo más que eso
Por eso te digo
Que no podrás olvidarme.
Aunque tú lo quisieras
No dejaras de amarme
Por que en el mapa de tu cuerpo
Yo descubrí el sendereo
Donde juntos los dos
Viajamos al cielo.
Nicolás Sosa
Espejismos
Quisiera entender aquello del pago por el trabajo,
por ese que da ganancias y devuelve necesidades.
Ganancias que son dinero para aquél que todo lo posee,
necesidades para todo aquél que con su trabajo las genera.
Nacimos convencidos de tan infame relación.
Morimos rindiendo culto al condenado poseedor.
Es él quien irá al infierno después del terreno cielo;
mas no aquel que vivió en terreno infierno.
Quisiera entender tantas cosas de malévola tradición.
de esa que nos enseña a respetar al usurpador,
a compadecer al usurpado, tomándolo como un postrer
premio de divina voluntad.
Esa que, envuelta en premios y castigos, conmina a la humilde
muchedumbre a la escasez de razón.
La misma que no repara en condición humana,
avasalla sin consideración alguna al vulgo trabajador
La prosperidad la oculta, la crisis la desnuda,
mas la necesidad del avasallador siempre se hace presente.
La culpa es del avasallado:
si suben los precios, si la producción es baja,
si baja la demanda, si la oferta es alta,
si los índices fluctúan, si la conveniencia acosa,
si al poseedor le va mal, también si no le va.
¡Dios bendiga al avasallador!
Sin él jamás podríamos sobrevivir
Es él dueño de todo, de nuestras vidas también.
Juan de Dios Meneses C
A MIGUEL HERNÁNDEZ, A SU OBRA Y A SU LÍRICO CÁLAMO
¿Qué hice para que pusieran
a mi vida tanta cárcel?
DEL P. EL ÚLTIMO RINCÓN
I
A la lírica péñola “hernandiana”,
le ahorcaron el aliento las prisiones,
y hoy sus yemas preñadas en mugrones,
raíz le hacen brotar a su peana.
Resurgen al albor por la montana;
y soñando se vierten en renglones,
pariendo un salmodiar de sensaciones
que llueven paz y amor cada mañana.
Y aunque truncar quisieran su atalaya
raigón dejó en el corte la cizalla,
cuya yema fue sed declamatoria;
y el brote que despierta de esa yema,
es sonata que vuela como emblema,
que surca el pentagrama de la historia.
II
Y aunque joven comiste cementerio
y tu carne fue pacto de una fosa,
tu semilla mostrose generosa
al mamar de la fuente de un buen pierio.
De tus versos florece un monasterio
que en sus muros y bóvedas rebosa
un efluvio, que embriaga y que se posa
en el eco que mana de un salterio.
Y una vez hecho río permanente,
de agua serena, pura y transparente,
te has dejado beber por el sediento,
que le gusta lactar literatura,
estrujando el pezón hasta que apura
de tus trovas el último fragmento.
III
La cárcel horadó tu sepultura
e hizo de ti, cosecha de su Agosto,
recolectó tu cuerpo a bajo costo
dejando fracturada tu andadura.
La senda se enfrentó con la espesura
haciéndose un trazado muy angosto
que tu pluma rompió con su arregosto
de sembrar en ringleros la cultura.
¡Tanta raíz echaron tus plantíos,
que han ido dando pan en los estíos,
a las bocas que hambrientas de ti estaban;
y trillando tu mies, iban sacando
el buen trigo, que tú fuiste sembrando
y una vez ya hecho hogaza masticaban…!
MANUEL MEJÍA SÁNCHEZ CAMBRONERO
A Miguel Hernández
Descienden de los silbos
unos rayos de agua
a los cometas
Ascienden de las décimas
y en ronda - ¿fríos? –
soles cenicientos.
ROLANDO REVAGLIATTI
Miguel Hernández (acróstico)
Miguel Hernández
Ingeniero de palabras
Gracias y figura
Unido a una época y guerra
Enardecido tu corazón estaba
Llantos y sangres derramadas.
Hambre de libertad y nanas que…
Entre rejas tu musa soñaba,
Roja Luna, verdes horizontes.
Niña y cebollas y campos de Orihuela.
Alondras volarán y ese día
No habrá llantos, solo alegrías,
Dando todo tu ser, amor y poesías,
Estarás en la luz de un nuevo amanecer.
Zafo para siempre, para siempre
Rosa Ordóñez Martín
RAYO
Por el exiguo marco la turquesa
de un cielo de papel se desmesura,
un hacha desquebraja la hendidura
y la sangre, feroz, se vuelve espesa.
El fuego de ese rayo que no cesa
te ha quebrado la voz en su premura
y el lamento de amor se transfigura
en flecha que los muros atraviesa.
Misterioso poder del alquimista
-al que yo como náufraga me aferro-
de convertir la piedra en amatista.
A golpes de martillo funde el hierro
el dolor como en mágica conquista
que ha escapado cantando de su encierro.
M. Carmen Guzmán
NO ME PREGUNTES
En la soledad de este despacho
desterrado de voces forasteras
no me preguntes mucho,
he buscado un refugio del solano,
de esa calma chicha que embriaga,
revolviendo armarios y libros
por encontrar al hombre que me habita.
Construí la casa de paredes blancas
con rincones de amapolas,
abierta la tuve siempre a la mente
y a los sueños del árbol nuevo,
confié en el valor de otros
liberados de tiempos hueros,
y otros me traicionaron, reflejo
de un mundo muerto.
En la soledad de este despacho
el hombre se ha hecho desierto
alimentándose de pan ajeno,
hermanos que lucharon juntos
se repartieron los frutos,
y porque ni somos pocos ni muchos
nos queda la soledad sola,
la muerte se acerca rancia
mientras la angustia me ahonda:
el hombre que fía en lo divino
que no plante arroz o trigo,
si no arrima el hombro
por cambiar este destino,
desde mi soledad le digo
que nunca cuente conmigo.
Miguel Ángel Villar
Liberación
Llegaste del extremo de aquel mar
que olía a muchedumbre.
De pronto, tu mirada se hizo mía
y supe responderte
con el rubor escrito en todo el rostro
y el corazón alado
tratando de fundirse con el tuyo
en medio del fragor.
Y nada fue imposible entre nosotras.
Cedieron las barreras
que impone la razón más infeliz,
esclava de la envidia.
Rompimos los tabúes para amarnos
sin pausa y sin medida,
y supe los secretos de tu cuerpo
donándote los míos
en todos los oasis del camino.
Sendero que emprendimos
camino a un arco iris liberado.
Aliado milagroso
del resto material de nuestras vidas,
unidas para siempre.
Juan Carlos Monteverde García
Lloraban tus ojos en mi conciencia
He podido contemplar
con asombro al fin,
tus expresivos ojos de muchacho,
dándome cuenta
de que tu mirada me hablaba a gritos
de los éxodos del alma
y de las hazañas de un héroe valeroso.
Te pedí respuesta
atisbándote en la solitaria llanura
del asolado sufrimiento.
Recorrías con tus pies
doloridos de tanto andar,
los desérticos arenales
del caluroso silencio,
aquellas dunas movedizas,
tan airadas
por el viento de la guerra,
las que fueron en el pasado,
campos de carnes sangrientas,
descuartizadas por las garras de los buitres
y basureros de olvidados restos metálicos
esparcidos y oxidados
junto a los cadáveres
de los ejércitos vencidos por la Muerte.
Josep Esteve Rico Sogorb
INVOCACIONES
Un grito de la sangre te dio el grito
con que crece tu hombría con la vida,
y en las tres cavidades de tu herida
vive el toro de España como un rito.
Tu ingle de varón acrece el mito
de tu voz de juglar escarnecida,
y un tatuaje brutal en duelo anida
el Guernica de muerte siempre ahito.
No te vas a morir porque insistente
se regresa la Muerte de repente
a mostrar tu poesía entre los grandes.
Vivirás con tu fuego otras edades
floreciendo en la sangre soledades
que te nombran a ti: Miguel Hernández.
Brígido Redondo.
BALADA DEL FLUJO INCANDESCENTE
Quiero ser el tumulto engalanado fulgiendo bajo palio las espumas,
el contorno que todo lo solapa
y esa luz desvistiendo la espesura.
En mi lápiz resuenan los espejos
cual telar en busca de infinitos,
mas es la luna anclada en los cabellos
el candor susurrante del delirio.
Los poemas son miradas en cruz
con violines bordando la esperanza,
cada verso una torre de zafiro,
cada imagen el rostro de la Nada.
Quiero ser la raíz de un Tiempo azul,
y el viento donde broten mis pisadas.
Luis Ángel Marín Ibáñez
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