Por si acaso un día no aparezco,
no creas que me fui sin despedida,
fui a regar las flores: las mías.
Aquellas que nacieron en primavera
hace unos años y que intento
que no se marchiten con la calina de medio día.
Más, aún quedan noches heladas
y entreactos arrugados en la
comedia de la vida que,
a veces, se convierten en
historias con final feliz,
otras, muy tristes y casi vacías.
Juana Campos Cortés
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