lunes, 21 de enero de 2019

NOCHES EN BLANCO


Cuando paso el medio siglo
casi no creo en nada, o diría
que casi nada me asombra
mas, cierto es, lo más inmenso de todo
es la condición humana, su atrocidad
o en mi existir, por fortuna,
su magnanimidad, su grandeza
he topado con Personas gratas,
ríos de generosidad en sus quehaceres
entregados a los otros, sin pedir a cambio
Seres capaces de cambiar el signo de un día,
el color de una vida, con la simpleza de un sí, puedo.
Cuando miro a Chasna, donde mi pálpito sonríe
me detengo a valorar, más si cabe, los aconteceres sobrevenidos
y mis días y mis encuentros, y vosotr@s que me habéis llenado,
me habéis hecho, moldeado tal cual soy
sin comprender si el merecimiento de cuando te das
sin creer en karmas, dioses o demonios
sólo dejarnos llevar por esa química invisible
ese sorbo de vida que nos vuelca hacia el otro, y nos conmueve
por esos ratos donde las risas te hacen daño en el vientre
o el receloso sabor salado de una lágrima compartida
entonces me subo a las piedras, miro a la montaña
y entiendo cuán pequeño soy, cuán inmensos somos
dejo que la noche vague sin prisas
acaso mordiendo un gajo de naranja pelada con los dedos,
sorbiendo lentamente el fondo de vaso casi vacío
recorriendo cada rincón de mi existencia
saboreando los fotogramas que la cabeza me recala al pronto
y no esperaré la luna de sangre, ni el recodo del frío en el cristal
me arroparé en la calidez de una cama habitada,
buscaré el escondrijo cómplice de tu abrazo
incluso cuando me lo niegues, insistiré
porque no soy nada en el frío invierno de la soledad
ni quiero la flor del almendro recién nacida
son tan pocos suspiros los que me quedan por gozar.
Cuando rebusco en mi noche en blanco, te veo tan nítida
Sí a ti, que quieres estar, no te sujetaré, si no lo deseas
mas, mis manos estarán extendidas como las alas del águila
para acoger la fresca caricia de tu danzar meditabundo

me surgen mil axiomas viejos, desaliñados, mil porqués
redoblo la hoja en blanco, la arrugo, arqueo su vuelo
y recorro cada infinitésimo espacio de su viaje al fondo,
su regodeo en el círculo de la papelera, su quietud final

entonces miro tu foto, ese regodeo de las pinturas haciéndome
y te imagino pincel en mano, con una carcajada generosa
es ahí donde pauso la escena y me paso mil horas mirándote,
sin cansarme, sin desvanecerte, sólo viviéndote…
…la vida merece la pena, por cosas así.

Santiago Pablo Romero

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