sábado, 19 de enero de 2019

EL SILENCIO DE MI HABITACIÓN


Aparcadas nuestras miradas ansiosas..., delirantes sin pudor más que aquel deseo profundo de fuerte penetración, donde se difuminaba nuestro fuego.
¡Oh mi amor!, la ansiedad nos quebrantaba toda la sed.
Sí, el deseo de aquel sexo de nuestro febril epicentro, sobre mis muslos se abrían cuál jocosa hermosa rosa con tanta delicadeza entreabriéndose entre pétalos dejando en mi nariz su aroma.
Nuestros cuerpos brillantes al sudor, resbalando al vaivén de dos cuerpos lujuriosos, entrenzando nuestras lenguas, donde yo te jineteaba mirando tus ojos cerrados, bebiéndonos del cuerpo la miel en una dualidad de gemidos abrazados al temblor que provocamos mientras mi dermis marcabas con el nácar de tu hombría toda la rosa que de color se vestía mientras me llamabas mía, en un te amo incansable.
Testigas tras un fino candado duermen las cuatro paredes.

Clara Sánchez -Costa Rica-

No hay comentarios:

Publicar un comentario