Con qué facilidad
nos expropiamos
de las culpas tocantes,
Y con qué facilidad,
insisto,
te cambiaste al bando
e hiciste de mi bando
la ofensa,
la contrata,
el deshielo,
la muerte selecta
de exquisita riña y llanto.
De mi pena a tu pena
he colgado la vergüenza,
y en un hilo
pendientes de perla
de estraperlo,
las ganas y mi coño,
las fieras y a Laocoonte,
sus serpientes
y aguaceros.
Timeo Danaos et dona ferentes,
maldita sea.
Me paso el vértigo
por entre las piernas,
y las ganas de perderte
en la puerta del vecino,
las de amarte
en el estómago
y en mi piel,
que grita por el frío,
que si Atenea hubiera sabido
habría sido más Atenea,
y yo más loca,
y sin la fuerza
para buscar excusas
que excusen mis defectos,
que al reírme
me llorara encima.
Y que sí,
que me no importa,
que quemen Troya
los de tu bando,
que la metamorfosis
paralice mi abundancia
y me recicle,
que me queme tu plástico
y me separes,
en barquito de papel,
por darte la lata,
pero que no de ti
sino de mí
y que en tu desguace
me armes.
Que me ames sí que importa,
eso claro
y por supuesto,
sin matices
ni revanchas,
camarada
que me ames,
aunque por las noches
los compinches
nos busquen las cosquillas,
aunque andemos,
casi siempre,
a caballo, y
quemando Troya.
TANIA MATIAS -Granada-
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