Así. En este silencio de rosas y
ventanas.
Donde penetra el sol y despierta
nuestras ganas.
Así estás en mis brazos,
dulcemente entregada.
Encendiendo mi cielo
con tu cuerpo y tu mirada.
Así. En esta sutil y cómplice
madrugada.
Descubro que amanezco
sonriendo a la mañana.
Así. He comenzado otro día
en afiebrada calma.
Conmoviendo lo más íntimo
de mi cuerpo y de mi alma.
Así. He abrazado un paraíso
de luces y metáforas.
Y he desbordado de ilusiones
mis ánforas.
Así. Han vibrado en mi corazón
las campanas.
Y fue un cielo azul que cubrió
nuestras sábanas.
Así. He descubierto, casi sin querer,
la felicidad.
Hace tiempo que la buscaba
con ansiedad.
Cuando te conocí, me aferré
a tus flores y tus ramas.
Aplaqué el caos de las iras
y los dramas.
Y te amé y me poseíste.
Con tu cuerpo y con tu alma.
Eduardo N. Romero -Argentina-
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