Ibas, por tu rutina, añorando el sábado,
sosegando los miedos del silencio en espanto
con una leve sonrisa que iluminaba tu paso
Yo, desde mi cansancio, te esperaba a diario,
nunca eras lo mismo y me cambiabas el ánimo
y el desabrido desaire que dejó el pasado
desavanecia, de súbito, al sonreír en tus labios
Te invité, sin pensarlo, a caminar por el lago,
"¿qué haremos?" preguntastes
"Lo que siempre les negaron"
Te respondió la rosa
que acarició tu mano.
Guillermo Sánchez
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