domingo, 22 de julio de 2018

AÑORANZA


Añoro aquel beso inocente
que todo y nada promete
¡ay aquellos labios! ¡cómo provocaban!
en el patio, detrás de mi casa
ausentes de las miradas de otras gentes
que incoherentes nos juzgaban.

Añoro querer por quererte,
más que añoro mis juguetes,
no tanto como las miradas
entre risas avergonzadas
en mi locura para complacerte
y sin conocer amor, te amaba.

Añoro... ¡oh dioses del cielo!
hasta los insignificantes momentos
en que no te encontraba,
aunque tan sólo disimularas
un amor que era un juego
y al que, tan bien, jugabas.

Y en el patio del recreo,
al ladrón de caramelos
que sólo, para ti, robaba
en el kiosco de aquella dama
que al saberme sin dinero
se transformaba en hada.

El bocata de chorizo
que aquel día compartimos
y el ansia con que masticabas
antes de regresar a tu casa
luciendo en tus labios cobrizos
de migas bermejas y grasa,
migas que hoy caen de mi bocadillo
para que vuelva a soñarlas.

Luis Maria Saiz Laso

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