Me pidieron la palabra
para construir puentes
de diálogo entre ellos
y los dioses del río.
Me dejaron al margen
aunque usaron mi verbo
para conversar con la corriente
que no paraba de murmurar.
No supe que decían
porque aunque las palabras
eran mías, no era yo
quien las usaba aquella tarde.
Me devolvieron la palabra
tan ajada que tuve que guardarla
para que se recuperara
antes de volver a emplearla.
JOSÉ LUIS RUBIO
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