Triste es el silencio,
enraizadas flechas que sangran
en la garganta de quien lo lleva
y de quien se queda para oír
este insecto que hiere como látigo
y tan pequeño e invisible
que promueve la vigilia
de la noche, y posterga
el día con sus sombras.
Si de falta de amor me culpas
asfíxiame piadosamente
y dame la muerte inmediata.
No más utilices el laberinto
del silencio para hacerme
enloquecer sin ti.
Teresinka Pereira
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