Se perdió el encanto aquel
que un día tuvo su mirada.
Hoy le cuelga la papada
de los hombros, a nivel.
Después de ver que su piel
perdió toda lozanía,
me parece tontería
mis sufrimientos de otrora,
cuando era usted señora
todo lo que yo quería.
ELISEO CALVO SANGUINO
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