domingo, 17 de febrero de 2019

DOS EXTRAÑOS


La noche en que Paloma descubrió que el rockero de la calle Florida sería el ladrón de su cama, ya se había comprometido con Francesco. Aquel economista del banco Agrario que solía pintar paisajes en tardes de invierno, y amaba a Paloma como a los rayos del sol, y la reina luna. Ella había aprendido
amarlo como las dalias de la primavera, y sería incapaz de lastimarlo, aunque el rockero despertara sus bajos instintos. Francesco era el hombre que había sanado su corazón cuatro años atrás, y hacia que sus días fueran arcoíris. Lo amaba tanto que estaba dispuesta a tener esos cuatro hijos, y vivir en Buenos Aires, sólo por verlo feliz.
Corría el otoño, y faltaba una semana para que Paloma fuera la esposa de Francesco. Las azucenas estaban listas, la torta de leche, y el viaje a Turquía.
Corina, la mejor amiga de Paloma, le realizaría esa despedida de soltera en la calle Florida con un grupo de rockeros. Tocaron canciones hasta las dos de la madrugada, y Paloma estaba tan feliz, que no dejo de hablar con el guitarrista.
En medio de tanta charla, y vinos, terminaron en la cama dos extraños.

Yessika María Rengifo Castillo 
Publicado en la revista Aldaba 38

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