Resplandece el sol en el charquito de las ranas,
las aves giran en la ribera del ruidoso río,
y las ranas croan, cantan y alaban las virtudes de los cielos.
Ellas “brincotean” en su charquito dorado,
dorado por los rayos de un sol enamorado.
El río fluye, las aves trinan, los campos verdean,
y florecen a los ojos divinos del crepúsculo y el viento.
El sol se asoma, cae de bruces y se baña impetuoso en el dorado charquito de las fúlgidas y “verdorosas”
ranitas,
que a través de las briznas de agua y la lluvia plateada de la luna,
croan, bailan, juguetean a la luz inmensa de las estrellas del cielo.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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