lunes, 10 de diciembre de 2018

NECESITABA PASOS DE BAILE, CONOCER RÍOS CALIENTES


La chica que se inspiró en el viento, estaba fascinada
por el chapoteo de la reflexión húmeda, necesitaba labios entre la multitud, pasar entre sus dulces dedos cartas de amor escritas a mano, necesitaba pasos de baile, conocer ríos calientes.

Necesitaba leer, convertirse en una noche feliz, necesitaba oro lunar, acumular lágrimas y polvo, la lluvia y la nieve para
cuidar las fronteras de su cuerpo de la brisa, encender las luces de los albaricoques rojos de su cara.
Las flores silvestres del ajenjo que aman; el viento dorado está dispuesto a acariciarle.
El pez rojo que penetre en el agua de la rama de la flor; en el bosque profundo, en la ciudad antigua distante.

Necesitaba el entusiasmo de mayo, el arder y el pecado, nacer en un beso de la Virgen, las dulces lágrimas siempre
incitan al temblor, los largos paseos por Montreal como dos hojas al viento, cuando se cerraron en un solo cuerpo, como
frutos cosechados de la tierra, como maduro éxito,
penetrando entre sí con el aroma de las acacias, cubriendo suavemente su cuerpo cansado, cerrando los ojos: como recoger el alma cristalizada en una sola.

La chica requiere unos pocos pasos para volver al suelo, cuatro pies hacia el cielo y solo moverse uno o dos centímetros.
Tiene que girar por todo el camino hasta el suelo, y las alas temblarán con fuerza, ayudando a voltearse.
Dándose la vuelta y volviendo a caer, cada vez que parece que hay un viento que sopla con fuerza, parece que ha perdido su capacidad para equilibrar el cuerpo.
Creo que hay una puerta en ella, también hay una cerradura, un pasaje largo y un vacío completo.

Che-Bazan -España-

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